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jueves, 6 de agosto de 2009

Oídos

Y ahora pienso que cierta virtud empieza –en la música- invitando a todos los que tengan oídos y escuchen, de ahí el alimento del artista.


alejandro hernández lópez

hojas

Las hojas de un laurel

Lustrosas por el haz y pálidas por el envés.

Recibe un saludo.
El ale.

SUEÑOS

Como suelen ser los sueños, efímeros. Como suelen ser las noches, oscuras. De pronto se vuelve todo, pleno. A mi memoria vienen recuerdos, y me acuerdo tanto, que alguna de estas noches el recuerdo se volvió sueño donde sueño contigo.

Vale que va.
El ale.

"Cuadernos de escribir, leer y compartir"

La poesía es un misterio / alejandro hernández lópez / taller de escritura creativa/ biblioteca pública “José Vasconcelos”/ Xalapa, Veracruz, México


El caballito del diablo
Como el observador introspectivo -en la paz de su desierto- retrae sus alas creando su propio abismo. El Caballito del diablo disfraza su existencia acuosa en el véspero retrasado. Retrayendo las alas enciende sombras en el reino sin tiempo, último aleteo en su mundo contenido.

Profundidad brumosa
Como primera palabra, llueve.
Sueño de un sueño hostilmente inasistido.
El hombre pulsa un instrumento que pronuncia silabas silvestres, en las calles donde los semáforos noctámbulos continúan latiendo.

El caracol
Es sólo un gesto que nos une
Y que va abriendo un surco en cada día
Con la simple presencia.
Un borde ilusorio que deja diario el mar para que caminemos.
Una voz compartida por las olas
Palabras que la arena absorbe ocultando las voces de la memoria.

La rata
Mi mamá abrió la puerta y se asomó primero, yo estuve observando desde lejos. A las 19:15 horas, cortaban a nuestro barrio la energía eléctrica. Toda la mañana estuvimos decorando la puerta en el suelo. Pasaron treinta minutos, volvió la luz, guardé mi rifle, recogimos el queso, ambos miramos nuevamente la ratonera y, encendimos el televisor.

La abeja
Por una gota de lluvia naranja es alcanzada la abeja reina en su flor de tres hojas. Dispuesta al aire travieso vanidosa se arroja como partícula en suspensión. En su largo silencio el vació da paso al descubrimiento, eran una lagartija fugaz y una liebre corriendo para no derretirse en el vuelo de una abeja.

Insólito asombro
Hay ladridos que en la noche se esfuman en el vacío, no se sabe con exactitud a donde se dirigen. Sólo que son silencio, cada vez más lejos. Un asombroso derrame del cuerpo en el miedo que la lejanía obsequia como un párvulo torrente que traslapa los latidos.

La abeja


miércoles, 5 de agosto de 2009